El CEAPEDI:
Acerca de su
fundamentación
y propósitos
Este Centro propone abrir
un espacio de permanente exploración conceptual orientado
a indagar los planteos provenientes de lo que se ha denominado
Giro/pensamiento decolonial. Esta novedosa perspectiva,
también llamada `pensamiento otro´, `epistemología
fronteriza´ y `pensamiento heterárquico´
conlleva a una muy significativa incidencia en el campo del
Pensamiento Político/ Filosofía y Teoría
Política y en el de la Crítica Cultural y Estudios
Culturales, entre otros. Dicha propuesta teórico-práctica
propicia, desde un punto de vista metodológico, un
viraje que consiste en el desprendimiento de aquellas narraciones
canónicas desplegadas por la matriz ético-política
propia de la modernidad. Su cometido, entonces, es apostar
a un genuino giro epistémico, abrevando para ello en
prolíficos abordajes conceptuales procedentes de genealogías
no contempladas - o silenciadas adrede- en las narrativas
de la academia occidentalo-céntrica. Este viraje o
giro, nos posiciona así ante instancias de decolonialidad
operantes en las órbitas del poder, del ser y del saber,
lo que implica, a su vez, un corrimiento del carácter
homogeneizante supuesto en la episteme política moderna/colonial
desbaratando así ciertos constructos categoriales centrales
y constitutivos del relato político moderno.
La propuesta decolonial estimula, entonces,
la generación de constructos conceptuales, herramientas
de análisis con proyección práctica-política
en aras de encontrar nuevas pistas interpretativas y performativas
del mundo político, a expensas de reformular los criterios
claves del universo político-social. Se enmarca, así,
en una acuciante exigencia, que se estima impostergable por
llevar a cabo una acción de resemantización
de la actividad intelectual en pos de incorporar nuevas discursividades
y dar cuenta, a su vez, de cuáles fueron los resortes
que impidieron, por siglos, asirnos de tales planteos a la
vez que desamarrarnos a patrocinios conceptuales, tutelajes
epistémicos y padrinazgos categoriales. Esta opción
teórica altera así la historia misma de la Filosofía
y Teoría Política que sostenida en la ficción
de la historia universal -no siendo sino historia `europea´
de la filosofía `occidental´- traza un itinerario
que parte de los filósofos célebres de la Grecia
clásica, haciendo escala en el renacimiento italiano,
pasa por los contractualistas de procedencia inglesa, alemana
y francesa, llegando al marxismo, en el mejor de los casos,
como único e inexorable itinerario. La opción
decolonial cuestiona la irreversibilidad de tal recorrido
e indaga en historias `otras´, no canónicas,
proponiendo nuevas cartografías epistémicas
en pos de contribuir a la transformación de la geografia
de la razón occidental. Dicho cuestionamiento auspicia
entonces nuevos itinerarios intelectuales, lo que es bienvenido
habida cuenta que los recursos epistémicos con los
que se ha contado hasta ahora no resultaron ni suficientes
para inteligir el universo socio-político ni han propiciado
un presente más justo. Es por ello que la repercusión
del giro decolonial en el campo del Pensamiento Político
-considerado en su vastedad dado que aglutina a la Filosofía
Política, a la Ciencia Política, al Derecho
Político, y más- estimula a desempeños
académicos e institucionales en aras de otorgarle un
adecuado encuadre crítico, el que será alcanzado
en tanto se diseñen ámbitos investigativos ad-hoc
en consonancia con la significativa incidencia que esta perspectiva
ha comenzado ya a adquirir en las Ciencias Humanas y Sociales.
En concomitancia con lo planteado, la
referencia al concepto de interculturalidad responde por su
parte a la ponderación otorgada a la diversidad de
expresiones epistémico-políticas prohijadas
por la totalidad de culturas y comunidades humanas existentes.
En tal sentido, la referencia a la idea de interculturalidad
supone una revalidación de los saberes contextuales
propios de cada cultura y, fomenta a su vez, la generación
de un nuevo horizonte ético-político a partir
de un genuino diálogo entre los diversos colectivos
humanos y las configuraciones estéticas, políticas
y cognoscitivas constitutivas de los mismos. De tal modo,
esta validación otorgada a la idea de interculturalidad
supone, entonces, un rechazo a toda concepción etnocéntrica
desde la cual se afirme la pretensión privilegiada
de universalidad de una cultura por sobre otras, o bien, la
imposición de cierta tipo de racionalidad por sobre
otras manifestaciones exploratorias del mundo.
De tal manera, la decolonialidad y la
interculturalidad suponen el diseño de un nuevo programa
político-filosófico-epistémico desde
el cual repensar y articular nuevos modos de convivencia que
posibiliten una transformación dignificante de nuestro
presente.
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